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miércoles, 19 de agosto de 2009

Estamos rodeados de más de 100.000 sustancias químicas potencialmente nocivas para la salud



En el mercado europeo se han detectado más de 100.000 sustancias químicas potencialmente tóxicas, con las que diariamente entramos en contacto. Muchos de estos elementos químicos, se encuentra en los bienes de consumo y en las herramientas de uso cotidiano, aparentemente inocuas, aparentemente esenciales como los alimentos, los muebles, los juguetes, los productos electrónicos, los cosméticos y otros.

Sobre la base de esta difícil y peligrosa “la convivencia”, con la que nos vemos obligados a tener, de un 85% de los productos químicos comercializados hoy en día, no se disponen de datos suficientes que den luz sobre la exposición a bajas dosis de estos compuestos a corto, medio o largo plazo, ya sea con respecto al ser humano o con respecto al medio ambiente.


El resultado es que las propiedades toxicológicas y ecotoxicológicas de estas sustancias no son muy conocidas y, a causa de esa ambivalencia la laxitud existente con respecto a ellos, sin una ley “adecuada”.


La situación se ve agravada por la existencia de múltiples vínculos – no sólo hipotéticos, sino ampliamente demostrados por la comunidad científica – incluyendo alergias, cáncer, daños hormonales y problemas de fertilidad – ahora en claro incremento-. Muchos artículos científicos, sin embargo, demuestran la peligrosa presencia de estos elementos en la sangre, en la orina, en el tejido adiposo, en la leche materna y en el cordón umbilical de los recién nacidos. Ni siquiera su propia casa es un lugar seguro y, por tanto, hay que señalar que, hoy en día, algunos productos químicos utilizados en la fabricación de artículos de uso diario son estructuralmente similares a los bifenilos policlorados o PCB conocido de antaño.


La OMS ha declarado que: «los datos obtenidos de estudios en humanos y animales de experimentación indican que la exposición (en particular prenatal) a algunas sustancias interferentes del endocrino (como los bifenilos policlorados) pueden tener efectos adversos en el desarrollo neurológico y neuroendocrino de la función y el comportamiento “(pueden consultar: Damstra T, Barlow S, Bergman A, Kavlock R, Van Der Kraak G. 2002a Evaluación mundial del estado de la ciencia sobre los disruptores endocrinos. IPCS – Programa Internacional sobre Seguridad Química, OMS: Ginebra).


Debería prestarse especial atención a los alimentos de origen animal dado que en muchos de estos se ha apreciado hasta un 90% de las dioxinas que entran en contacto con el ser humano. El principal problema que se encontró es que muchas de estas sustancias tóxicas son persistentes o resistentes a la degradación.


Un caso sorprendente fue la detección de un alto índice de contaminantes orgánicos (COP – Contaminantes Orgánicos Persistentes) en la leche materna de mujeres inuit, la gente de las regiones árticas, en teoría, absolutamente libre de industrias químicas, mientras que ha sido menor en las mujeres Canadá sujetos a la misma prueba de control. El lugar de almacenamiento de los COP, incluidos los bifenilos policlorados, es el tejido graso, donde los elementos tóxicos se acumulan, creando un grave perjuicio al sistema inmunológico y a los órganos reproductores.


La presencia mayor de dioxinas y PCB, en el contexto de la dieta media europea (I-TEQs), se encuentra en primer lugar en la leche y en los productos lácteos (en porcentajes que varían de 16 a 39%), le siguen la carne y sus derivados (6 -32%), y, finalmente, el pescado, especialmente la merluza, el salmonete, la sardina, el pulpo, la langosta, la lubina, la dorada y el pez espada Tirreno (11-63%). Las hortalizas, frutas y cereales son las que presentan unos indices más bajos pero… ni estas se salvan.


El uso de plaguicidas en los productos alimentarios son causa de intoxicación, y aunque los productos como el DDT (véase la Naturaleza y Bienestar N º 8, pp. 100: Medio Ambiente y Salud Botro Claudio), que son persistentes en el medio ambiente, y fueron prohibidos en los países occidentales, siguen siendo plenamente utilizados en los países en vías de desarrollo, razón por la cual nadie, puede escapar de cualquier tipo de contaminación. Con demasiada frecuencia, se olvida que estas sustancias peligrosas en pequeñas concentraciones no ocasionan ningún mal, se olvidan que la acumulación por ejemplo, de diversos productos alimentarios contaminados suman un indice tóxico muy peligroso, multiplicando sus efectos.


Quizás, para nosotros, sea más fácil evitar la contaminación de los alimentos de origen. Un estudio realizado en 2002 ha confirmado que un simple gesto, como es cocinar una comida rápida en el microondas, puede ser muy peligroso para nuestra salud. El contenedor, de hecho, puede llegar a temperaturas superiores a 180 ° C después de sólo 5 minutos, en este proceso se produce la liberación de las sustancias tóxicas contenidas en todas sus formas, incluyendo compuestos tales como metilo, etilo, 1-octeno, xileno, estireno y 1,4 diclorobenceno , es decir, el más utilizado en la producción de contenedores de alimentos en el mercado hoy en día.


Fuente: Eduardo "Escuadron porla Verdad"

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